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TWITTER: Último recurso de la verdad.




Hablar sobre el impacto de las redes sociales en la política ya ha dejado de ser novedad. Sin ir más lejos, Facebook se fundó en el año 2004. Twitter en el año 2006. Es decir, ya llevamos un poco menos de 20 años conviviendo con esta dinámica de la información y hablando sobre ella. Durante esos años fuimos testigos de la primavera Árabe, de las diversas manifestaciones en todo el mundo sobre temas como el medio ambiente, la diversidad étnica, sexual, entre otros. Fueron causas que fueron potenciadas por las redes sociales. Particularmente en la región, vimos su impacto en Argentina con las marchas y "cacerolazos" de la última década; así como en las protestas en países como Venezuela, y hasta hoy mismo en Cuba. Nos enteramos de muchas cosas a partir de las redes sociales. Tanto es así, que en los países en donde funcionan dictaduras, el Estado ha regulado su utilización y ha sofisticado un sistema para que no funcionen en plenitud. Es decir, la relevancia de las redes sociales en la política es innegable.


Esa dinámica de la que hablamos, tiene que ver con cómo se relacionan los individuos hoy en día con la información. Durante el siglo XX, esa dinámica era muy clara: había un emisor de un mensaje y un receptor. Los medios de comunicación tradicionales como la radio y la TV eran los intermediarios entre los “hechos noticiosos” y el público. Sin embargo, este sistema fue puesto en crisis y el futuro de la información, hoy por hoy, cada vez busca menos intermediarios para pasar a ser de persona a persona. Por otro lado, los medios de comunicación tradicionales, antes sacralizados, puestos en un altar, ya desde hace un tiempo despiertan desconfianza en parte del público, o directamente han dejado de ser consumidos. Ese contrato de confianza entre la sociedad y los medios tradicionales, en parte, fue perdiendo fuerza en estos años. Quizás, porque la tecnología avanzó y hay una multiplicidad de oferta. Quizás, por el sesgo de confirmación actual que hace que cada uno consuma solo la información que valida sus propias ideas. O porque la sociedad ha perdido un poco de inocencia, y ha aprendido que hay muchos intereses que se ponen por delante a la hora de informar. Tal vez sea un poco de todo esto.


Lo más importante a la hora de informar es la confianza (principio básico de TaaS - Trust as a Service). Es por eso, que es más valiosa la fuente de información, cuanto más creíble es. Pasa algo similar con las monedas de cambio, mientras más se confía en ellas, más se valorizan. La información es un bien también, incluso quizás sea el bien más cotizado. Y lo interesante de este momento es que cada uno de nosotros somos una potencial fuente de información. Depende de la credibilidad que generemos. Por ejemplo, elegimos seguir a alguien por twitter para informarnos porque creemos que nos aporta algo de forma auténtica, directa y, además, inmediata. La inmediatez es uno de los elementos que han transformado para siempre nuestro vínculo con la información. Cuenta una remanida historia entre comunicadores sobre cómo Sohaib Athar, un usuario de twitter, relataba sin saberlo y en tiempo real el operativo que terminó en la muerte de Osama Bin Laden. Así como el actor Dwayne Johnson “The Rock” hacía un anuncio enigmático al respecto en sus redes, 45 minutos antes que los medios convencionales dieran la noticia.


Parece ser que cada vez más tendemos a una libertad plena para informarnos y opinar. Y ese es un experimento más que interesante. La compra de twitter por parte Elon Musk, parece obedecer a esta idea. Al menos, algunos de sus movimientos desde que se puso al frente de la red social irían en ese sentido: buscar que los usuarios puedan ser cada vez más confiables y por lo tanto más creíbles y más influyentes. Nosotros, los usuarios, somos los que vamos a decidir qué fuente es valiosa y confiable. Sin intermediarios, de persona a persona. En definitiva: que cada uno de nosotros tenga la potencialidad de ser un propio medio de comunicación en sí mismo.



Que esta lógica opere sin el filtro de información de acuerdo a intereses, o al menos, que esos intereses no estén ocultos, como sucede en los medios convencionales, algo que por otro lado, viene siendo denunciado también incluso dentro de las redes socailes. No hay que ir muy lejos para encontrar ejemplos como el bloqueo del uso de la cuenta de twitter a Donald Trump. Cuánto puede garantizar la llegada de Elon Musk a la libertad de expresión, estará por verse. Un colega consultor político, Miguel Velarde, sostiene que Musk busca que twitter sea, nada más y nada menos que “el último recurso de la verdad”. Pero por ahora todo esto queda sujeto al mundo de las conjeturas.


En 2021, la importancia de todo esto, se alcanzó a ver en Argentina, cuando un usuario de twitter, @gonziver, destapó un escándalo político que tenía que ver con visitas a la residencia del presidente de la Nación durante la prohibición de la cuarentena. Además del festejo clandestino por el cumpleaños de la primera dama. Lo hizo con un pedido de información pública y dedicación; y eso tuvo un impacto electoral en ese año que fue inesperado. No lo hizo desde un medio de comunicación tradicional: fue el resultado de su credibilidad preestablecida en una red social. Otro usuario de twitter, @KamradLegasov escribió recientemente “En twitter no se ganan las elecciones, pero en twitter las podés perder.”. Es una reflexión más que interesante en los tiempos que vivimos.


El próximo desafío, que ya está en marcha, es la monetización cada vez más eficiente de todo este proceso. De modo tal de que ser un medio de comunicación en sí mismo, sea una forma de vida cada vez más rentable. Ya está sucediendo eso. Tal es así, que el impacto de los influencers en el mundo de la información es cada vez mayor. Y eso replica en la política de forma cada vez más contundente. Subestimar todo este proceso puede ser un error político que se pague muy caro.







Nicolás Roibás

Consultor Político.


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